Una de las excursiones que consideramos imprescindibles si viajáis a Rusia es la de su famoso Anillo de Oro. Es una ruta que une una serie de ciudades antiguas del noreste del país, donde se conservan monumentos históricos y culturales, así como centros de artes populares únicos. Entre estas ciudades que conforman el Anillo de Oro podemos encontrar: Sergiev Posad, Vladimir, Ivanovo y Súzdal, entre otras muchas.
Están alejadas de Moscú, así que hay que plantear bien los días para desplazarse a ellas. En nuestro caso, seleccionamos una de las que se considera más bonita y espectacular de todo el Anillo de Oro: Súzdal.
Esta ciudad fue declarada en el año 1992 Patrimonio de la Humanidad «Monumentos Blancos de Vladímir y Súzdal», por la UNESCO.
Cómo llegar
La red de ferrocarriles une Moscú con la mayoría de las ciudades del Anillo de Oro. A otras, hay que llegar por carretera en autobús. Súzdal se encuentra a 220 kilómetros de Moscú y la manera más rápida de llegar es en el tren de alta velocidad, aunque en tren solo podremos llegar hasta Vladímir, a 185 km de Moscú, para hacer el último tramo hasta Súzdal en autobús.
Los trenes salen de la estación Kurskiy de Moscú. El tren más rápido de Moscú a Vladímir tarda aproximadamente 1 hora 39 minutos. También es el más caro, pero para la elección de uno u otro es preferible visitar la web RZD para ver horarios disponibles y precios.
Nosotros nos acercamos a la estación de tren, un día antes de realizar la visita, para comprar los billetes fue una auténtica aventura hacernos entender en ventanilla, donde solo se hablaba ruso. Finalmente optamos por hacer un croquis en un papel con los nombres de Moscú (Москва́) y Vladímir (Влади́мир) escritos en cirílico, para que nos pudiesen dar opciones de horarios, y después de una conversación de miradas y gestos con una mujer con cara de pocos amigos, teníamos nuestros billetes dirección Vladímir para el día siguiente. Os recomendamos acercaros con tiempo o si podéis 1 día antes, ya que es complicado hacerse entender. El papel con los nombres, la fecha y las horas fue lo que nos sacó las castañas del fuego.
Después de varios días en el país, vas haciendo ciertas conexiones entre las letras de nuestro alfabeto y los símbolos de su escritura, aunque hay que reconocer que es realmente complicado.
Una vez en Vladímir, el último tramo se realiza en autobús. En frente de la estación de tren de Vladímir, se encuentra la estación de autobús, donde poder comprar el billete para llegar a Súzdal. Los autobuses salen normalmente con una frecuencia de 30 minutos o 1 hora y la duración es de unos 45 minutos hasta nuestro destino.
Son auténticos autobuses de la más profunda época soviética, o al menos en uno así nos montamos nosotros. El trayecto parecía transcurrir sin problemas hasta que, en un segundo, se cruzó el autobús de manera transversal en la carretera. Recordamos que era pleno Diciembre y las carreteras estaban muy nevadas y heladas, el autobús tuvo que frenar detrás de un coche y el estado de la carretera hizo que nos llevásemos un pequeño susto. Afortunadamente, nuestro experimentado conductor salió de la situación airosamente.
Qué ver
Súzdal es una especie de museo al aire libre, lleno de monasterios y edificios de arquitectura antigua donde puedes caminar y recorrer cada rincón. Nuestra estancia en esta maravillosa ciudad fue totalmente cubierta de nieve, de manera que la belleza de la estampa puramente invernal, hizo aumentar si cabe lo impresionante del paisaje.
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Catedral de la Natividad de Súzdal
El edificio original de la Catedral se construyó a finales del siglo XI. A pesar de las diferentes remodelaciones que ha sufrido, conserva algunos elementos originales del siglo XIII. Fue el edificio más importante y bonito de aquellos siglos, que se alzaba sobre las casas bajas de la población de Súzdal. Es inconfundible con sus preciosas cinco cúpulas estrelladas.
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Kremlin
Data del siglo X y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1992, incluyéndose en el conjunto de Monumentos blancos de Vladímir y Súzdal.
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Museo de la Arquitectura de Madera
Consta de varias iglesias de madera y otras construcciones, traídas a Súzdal de regiones vecinas, que nos permiten apreciar la forma de vida que llevaban en la Rusia antigua. Entre todas ellas destaca la Iglesia de madera de la Transfiguración.
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Monasterio de la Deposición del Manto
Se puede acceder al campanario para disfrutar de una increíble panorámica de Súzdal desde las alturas.
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Monasterio del Salvador y San Eutimio
Monasterio ortodoxo en cuyo interior las paredes están cubiertas de frescos del siglo XVII. Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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Monasterio de Alexander
Según cuenta la historia fue encontrada en 1240 por Alexander Nevsky, líder ruso y santo de la Iglesia ortodoxa rusa.
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Iglesia Antipiyevskaya
Es una pequeña iglesia con un estilo arquitectónico propio de Súzdal. Su parte más destacable es su campanario, muy peculiar en forma de octaedro y con una decoración y una pintura muy cuidada.
Después de visitar Súzdal y su grandiosa arquitectura, no cabe ninguna duda de porqué está considerada una auténtica joya dentro de este famoso Anillo de Oro de Rusia.
El ambiente sin duda era de mucho frío y después de horas de visita, hicimos una parada para reponer fuerzas y meter algo calentito al cuerpo. Encontramos un restaurante, junto al Museo de Cera, en unos soportales, que recomendamos por completo. Comimos comida casera típica de Súzdal muy rica. No dejéis de probar el caldo casero y la famosa cerveza medovuja, hecha con miel típica de la zona.
Era hora de despedirse de Súzdal y de vuelta a la estación de autobús, nos desorientamos y nos perdimos 😩. No era el mejor momento para perderse, el tiempo apremiaba porque el autobús no esperaba y empezaba a anochecer. Afortunadamente siempre, y cuando decimos siempre es siempre, hay gente dispuesta a dejar lo suyo y ayudar desinteresadamente. Ante nuestra desesperación, preguntamos por la estación de autobús (palabra que llevábamos aprendida en ruso 😜) a un hombre que salía de su casa, sin dudarlo ni un momento y ante nuestras caras de agobio, no dudó ni un momento, y entró en su casa para coger las llaves de su coche y llevarnos a la estación. Quizás hay momentos en los viajes que no podemos explicar con palabras, en aquella situación solo le pudimos dar las gracias, eso sí, en ruso: Spasiba.