Día 4: Wadi Rum

Después de haber disfrutado de la magia de Petra, tocaba avanzar y disfrutar del desierto de Wadi Rum, conocido por las conocidas aventuras de Lawrence de Arabia y con unos escenarios de arena y dunas que no dejan indiferente a nadie. Para todo ello cogimos rumbo al desierto desde Petra con nuestro coche de alquiler, una hora y media aproximadamente de viaje rodeados de paisajes de desierto infinito.

Para comenzar la aventura en Wadi Rum, primero hay que dirigirse al Visitor Center para conseguir la entrada que da acceso al Parque. Nosotros entramos al parque con el Jordan Pass, pero igualmente nos dirigimos a dicha oficina para pedir información y precio de toda la excursión en 4×4 con noche incluida en un campamento en el desierto. No cogimos nada y esperamos a ver si dentro del propio parque conseguíamos un mejor precio.

Una vez que cruzamos el punto de entrada, aparcamos a la derecha en un parking y enseguida vinieron a ofrecernos diferentes ofertas. Después de comer y de bastante tiempo negociando con un beduino local, nos decidimos y aceptamos lo que nos ofrecía y sobre las 17:00 horas, comenzamos la aventura.

El planning estaba más que cerrado, se recorre el desierto en 4×4 haciendo varias paradas fijas con formaciones o enclaves con historias curiosas. Cuando empieza a caer el sol se llega al campamento para poder ver el atardecer en el corazón del desierto, se cena en el campamento comida cocinada de forma tradicional por la familia que vive allí y por la mañana, después de desayunar, se regresa en 4×4 al punto de partida. El coche se deja en el parking sin ningún problema.

Arrancaban los motores del jeep y nos sentamos en la parte de atrás, en la caja totalmente descubierta para ir recorriendo el desierto en primera línea. Íbamos nosotros dos solos con el guía, así que siempre se podía negociar una parada un poquito más larga en algún sitio.

Parar a admirar ese paisaje ofrece una inmensa paz que recarga rápidamente las pilas. Como curiosidad diremos que en este desierto se rodaron algunas escenas de la película Marte, simulando la superficie del Planeta Rojo.

Al comenzar la excursión después de comer, de alguna manera evitamos las horas centrales del día y el intenso calor que hace. Sin duda, el sol sigue estando presente pero el calor disminuye. Es necesario que no olvidéis llevar agua para hidrataros durante el trayecto hasta llegar al campamento. Tanto calor es agotador y si no que se lo digan a este camello…¡¡¡tranquilos!!! estaba bien, simplemente estaba echando un sueñecito a pesar de la postura imposible.

Algunos de los puntos más destacados del recorrido con el 4×4 son:

Casa de Lawrence de Arabia

Quizás más conocido en décadas anteriores por sus aventuras plasmadas en película, Lawrence de Arabia fue un arqueólogo y militar británico que participó durante la rebelión árabe contra los Otomanos. En este punto se ubican los restos de la que fue su casa durante su estancia en esta zona.

Gran Duna Roja

Aunque siempre subir a una duna es algo un tanto costoso, es inevitable subir y observar el desierto con una perspectiva privilegiada.

Khazali Canyon

Entre tanta arena también se encuentran formaciones rocosas increíbles como este cañón, donde podréis adentraros y descubrir todas las inscripciones en la roca de antiguas civilizaciones. Auténtica historia viva.

Um Fruth Rock Bridge

Este impresionante puente de roca es una formación muy destacada en el desierto de Wadi Rum. Se puede subir arriba trepando por las rocas para inmortalizar el momento.

Little Bridge

A pesar de no tener tanta altura como el puente anterior, su ubicación y su entorno no tienen nada que envidiar.

Al acabar este recorrido inolvidable, llegamos al campamento para dejar la mochila en nuestra jaima, donde descansaríamos durante la noche en pleno desierto. Aquí el guía nos dejó, quedando en venir a buscarnos a la mañana siguiente.

Ahora tocaba buscar un sitio ideal y un poco elevado en los alrededores para poder asistir a uno de los atardeceres más bonitos y especiales que hayamos vivido. Esa particular gama cromática de tonos rojizos con el sol poniéndose tras las montañas rocosas, no se paga con dinero.

Se echó la noche y volvimos al campamento para prepararnos para la cena. Una duchita después de un día de calor en el desierto era lo que más necesitábamos. A la hora que nos mandaron, nos reunimos en el comedor del campamento para mostrarnos y explicarnos la forma de cocinar lo que iba a ser nuestra cena. Era cuanto menos curioso, ver sacar de debajo de la arena una parrilla vertical cubierta con unas mantas donde se escondía nuestra deliciosa cena. Una forma muy tradicional para la población beduina de cocinar aprovechando el calor natural de la tierra y creando una especie de horno subterráneo. Una vez listo, todos los huéspedes nos dirigimos a la parte del buffet donde cenamos de maravilla y con una atención sin igual.

Coincidimos con muchos viajeros de diferentes países, Gran Bretaña, Israel, India… lo que nos permitió una tertulia de sobremesa muy enriquecedora. Pero había sido un día muy largo para todos, así que tocaba descansar.

A la mañana siguiente, nos esperaba un buen desayuno para empezar el día. Poco después nos tocaba abandonar lo que había sido nuestro hogar esa noche en pleno desierto, así que lo hacíamos con una pena inmensa. Ya de vuelta en el 4×4 a nuestro coche de alquiler, tuvimos la suerte de compartir transporte con dos niños de la familia que nos había recibido en el campamento, que viajaban con nosotros para ir al cole esa mañana. Compartir con ellos esas miradas inocentes y esas sonrisas cómplices, hacen darte cuenta de que con muy poco, se puede ser muy feliz. Este tipo de cosas son las que dan sentido a los viajes.

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