Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en nuestro viaje a Rusia era cómo viajar entre sus dos grandes ciudades, San Petersburgo y Moscú. Aunque existen varias opciones para comunicar estas dos grandes ciudades rusas como es el avión o el tren diurno, opciones más económicas y más rápidas, nosotros teníamos claro que no íbamos a dejar pasar la oportunidad de viajar en el histórico tren Flecha Roja.

Sin duda cogeríamos una y mil veces, el Flecha Roja. Es un tren tan especial y con tanta historia que se convierte en una experiencia que recordaremos siempre.

Historia

Red Arrow fue la primera marca de trenes en la Unión Soviética. El Flecha Roja es un tren histórico que hizo su primer trayecto el 9 de Julio de 1931 y estaba concebido como tren de lujo, para una clase social muy acomodada, con todos los servicios y comodidades de la época.

El bloqueo militar de Leningrado (actualmente San Petersburgo), en la Segunda Guerra Mundial, obligó a este mítico tren de vapor a dejar de funcionar entre los años 1941 y 1943. Cada vez que el tren sale o entra a la estación en San Petersburgo, en honor a estos años y a todo lo que perdió el país durante el asedio, se puede escuchar en los andenes el «Himno a una gran ciudad».

Cada noche este tren une la estación Moskovsky de San Petersburgo y la estación Leningradsky de Moscú, siendo ambas las estaciones más antiguas de sus respectivas ciudades.

Clases de billete

A la hora de elegir cómo viajar en el Flecha Roja hay que saber que hay tres clases de compartimentos:

• Segunda: son cabinas con dos literas, cuatro camas. Son los más económicos.
• Primera: son cabinas con dos camas, con desayuno incluido. Ésta es la opción que elegimos nosotros.
• De lujo: son cabinas con dos camas y desayuno incluido, pero con baño privado para cada cabina.

A la hora de poder encontrarlos más económicos, es importante hacer las reservas online con bastante tiempo. Los billetes de tren pueden comprarse en la web www.russiantrains.com.

Nuestra experiencia en el Flecha Roja

Viajar en el Flecha Roja es como meterte en una película y retroceder décadas de años en el tiempo, y vivirlo en primera persona se convierte en una auténtica aventura. Sin duda esperábamos con ansia en la estación a que llegara nuestro tren, teníamos muchas ganas de viajar a Moscú en un tren tan mítico.

Anunciaron la llegada por la megafonía del andén y allí estaba ante nuestros ojos, impoluto, brillante y tan elegante de rojo como siempre. Las azafatas con trajes impecables salieron de cada puerta para darnos la bienvenida.

Al entrar ya se respiraba historia y un largo pasillo enmoquetado nos llevó hasta nuestro compartimento. La decoración sigue siendo la misma de entonces, se corrobora al entrar en tu cabina y ver esas cortinas tan características.

Quizás te imaginas muchas cosas antes de montarte, pero sin duda nada de lo que te encuentras te defrauda. Allí nos esperaba nuestra encantadora cabina con todo lo necesario para pasar la noche: edredón, almohada, pantuflas, antifaz y tapones. Para tu higiene: cepillo de dientes y jabón. Y en la mesita: agua, chocolate, pan y frutas. Por si os defendéis en ruso, también os dejan la prensa para estar al día de las últimas noticias.

Empezó a sonar su himno y eso indicaba que comenzábamos la marcha. A los pocos minutos, una azafata vino a tomar nota del desayuno que tomaríamos antes de llegar a destino. Solo hablaba ruso, como la mayoría de la población, así que intentamos hacernos entender y sorprendentemente nuestro desayuno llegó perfecto a la mañana siguiente. Era hora de descansar y el vaivén del tren hacía el efecto mecedora que nos hacía falta.

Con auténtica puntualidad rusa 😜, ya marcaban las 7:55 horas en el reloj y nos encontrábamos en la estación Leningradsky de la capital rusa. Con las pilas cargadas después de tomar el desayuno y con cierta sensación de pena porque este histórico viaje había terminado. Era hora de descubrir una gran ciudad, si todo seguía como hasta ahora, nos esperaban lugares increíbles por visitar a pesar del intenso frío.