Seguíamos en el parque, pero esta vez para descubrir su famosa cascada. La ruta comienza en el centro de interpretación y tiene una distancia de 7,9 Km. La ruta es circular y está muy bien señalizada, no tiene pérdida.
Comenzamos la ruta subiendo y viendo la cascada de Hundafoss. Nos desviamos hacia el Mirador Sjonarnipa, desde donde vimos de nuevo la lengua glaciar Skaftafellsjökull. Una parada muy recomendable con bonitas vistas.
Retrocedemos y esta vez sí, tomamos el camino para ver la cascada Svartifoss. La primera vez que se la ve es desde una perspectiva elevada y no parece tan espectacular, pero según llegas a la base te das cuenta del verdadero espectáculo que es ver caer el agua por esas columnas hexagonales. Esto ha hecho que numerosos artistas lo tomen como fuente de inspiración.
Comimos en una food truck que había junto al parking, Glacier Goodies, y seguimos la marcha.
Bordeando el enorme glaciar que hay en el sureste de la isla, a 48 kilómetros, hay un mirador para ver otra lengua, Fjallsárlón.
A 10 Km se encuentra la laguna glaciar Jökulsárlón, la laguna más conocida de las existentes al sur del glaciar. Es la más grande de Islandia. Con unas aguas azules y llena de icebergs ha llegado a ser escenario de películas como James Bond o Batman.
Cruzando la carretera se llega a una playa negra de lo más curiosa. Aquí las corrientes no arrastran a la orilla algas, sino que traen hielo. Increíble.
El día llegaba a su fin, así que nos acercamos a la localidad de Höfn y nos fuimos a sus piscinas públicas. En muchas ciudades las hay y son muy recomendables. Piscinas al aire libre, pero con el agua caliente. Hay toboganes, pozas calientes a diferentes temperaturas y poza de agua fría.
Para nosotros, que no teníamos ducha en la furgo, era una de las mejores opciones para asearnos y acabar el día relajados.
Por otro lado, si no encontrábamos piscinas públicas, nos acercábamos a los campings, que, por un módico precio, te dejaban usar sus duchas.