En esta última etapa vamos a recorrer 418 millas/672 kilómetros, atravesando el desierto de Mojave hasta llegar al final de nuestro recorrido, Los Ángeles. Os dejamos todos los puntos que visitamos:
Cruzar el desierto de Mojave
Esta etapa iba a ser un poco diferente, terminábamos nuestra estancia en Las Vegas y tocaba retomar la ruta. Como no queríamos perder ningún detalle de la carretera por la que habíamos recorrido tantas millas, volvimos desde Las Vegas hasta la ciudad de Kingman para volver a enganchar la 66.
El día iba a estar cargado de millas y con pocas paradas porque había que cruzar el desierto de Mojave así que, no habría demasiado para visitar. Sin embargo sobre la marcha siempre encuentras cosas que merecen la pena y mucho, lo que sigue demostrando que de principio a fin la Ruta Madre guarda su esencia, su magia y nunca nunca defrauda.
Hoy la etapa estaría basada en paradas inesperadas, realmente el objetivo era conseguir llegar a la meta, pero siempre hay tiempo para cualquier alto en el camino. El primero fue en un mercadillo que vimos a un lado de la carretera. Puestos de antigüedades, motos, coches, repuestos mecánicos… donde siempre está presente ese espíritu de la ruta entre la gente local.
Oatman
Seguimos avanzando, con poca circulación y mucha tranquilidad. Nos acercamos a la ciudad de Oatman que fue, hace ya casi un siglo, importante por sus minas de oro en las que curiosamente utilizaban a los burros para trabajar en ellas y transportar piedras y agua.
A lo largo de los años y tras el cierre de las minas, la ciudad perdió su poder y los burros acabaron viviendo una vida totalmente salvaje en las montañas. Hoy en día, estos burros salvajes están protegidos por una ley federal. Tal cual lo informan en un panel de la propia ciudad y como no podía ser de otra manera, vinieron a saludarnos estos legendarios burros descendientes de los que trabajaron duro en la época dorada del lejano oeste. La ciudad vuelve a tener movimiento gracias al paso de la siempre eterna Ruta 66.
Casualmente encontramos una concentración motera, esta situación eleva a la máxima potencia la verdadera esencia de la Ruta 66. ¡Sencillamente brutal!
Era hora de continuar y seguir por las carreteras sinuosas que había por esta zona en pleno desierto de Mojave. A veces las curvas juegan malas pasadas.
Y en medio del camino, cualquier excusa es buena para hacer una parada. Es increíble que una señal vista en el camino millones de veces, nunca llegue a cansarte.
Yermo
Llegaba el momento de hacer una parada de las que te reponen al completo. Un buen menú en un clásico de la ruta como es el Peggy Sue’s 50’s Diner, siempre apetece. Y sobre todo porque sería el último de este tipo antes de de acabar la ruta. Lo íbamos echar mucho de menos.
Llegar a la señal de fin de la Ruta 66
Y llegamos al final, Los Ángeles nos recibía ya de noche. Al día siguiente había que terminar oficialmente la ruta y hacer acto de presencia en la señal que pone fin al recorrido en el muelle de Santa Mónica.
Después de una última etapa cargada de millas y carretera, poníamos punto y final a este espectacular road trip que verdaderamente nos ha cautivado y que repetiríamos una y mil veces. Son muchos días, muchos estados y ciudades diferentes, muchas caras entrañables y gente realmente adorable, muchas situaciones y lugares que recordar siempre y ante todo, un gusto poder haber descubierto la esencia y los placeres de la ruta más emblemática de la historia. Ahora tocaba disfrutar de 3 días en Los Ángeles.